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Lucero y los encuentros en la academia.


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Esto pasó hace años, pero es grato echarme en la cama y recordar esos momentos que hoy quiero compartir con ustedes. Estudiaba en la academia Saco Oliveros, ubicada en la avenida Arenales, frente al Museo de Historia Natural. Me preparaba para postular a la universidad y el haber culminado mi secundaria en un colegio estatal hizo que vea la realidad de la defectuosa enseñanza, ya que veía temas de matemática que nunca había tocado en mi colegio, por lo que supe que debería esforzarme mucho si quisiera alcanzar una vacante en el examen de admisión. La primera semana hice amigos y amigas y mediante ellos iba conociendo más amistades. Entre ellos a una chica de nombre Lucero, delgada y de cabello muy lacio siempre sonriente con unos lentes que le daban cierto encanto a su mirada de ojos grandes. Ella estaba de enamorado de un tipo de su mismo salón que cuando era recreo siempre paraban abrazados en un rincón besándose con ese calor de pubertad. Lucero y yo nos hicimos amigos porque le parecía divertida mi forma de ser y siempre terminaba riéndose de las conversaciones que teníamos, de mis experiencias de vida en el colegio.

Cierto día llegamos tarde a la academia y ya habían cerrado la puerta, por lo que nos quedamos conversando hasta que acabe la primera clase y luego entrar. Pero ella me dijo que la acompañe a su casa porque se había olvidado algo. Yo o tenía idea de sus planes, así que inocentemente accedí por caballerosidad. Ella vivía relativamente cerca, por la municipalidad de Jesús María, en la avenida Cuba por una de las calles de acceso al parque Cáceres. Llegamos a su casa y no había nadie. Me hizo sentarme en la sala mientras ella subió a su cuarto para sacar algo. Grande fue mi sorpresa cuando bajó con un vestido floreado muy bonito, adecuado para su figura. Me preguntó qué tal le quedaba ya que lo había comprado para salir con su enamorado. Le dije que le quedaba bien y que se veía espectacular. Encendió su equipo de sonido y me invitó a bailar. Aproveché para colocar mi mano en su delgada cintura y pude sentir la ropa interior que llevaba puesta. Luego puso sus delgados brazos sobre mis hombros y acercó más su cara a la mía debido a que sonaba una música lenta. Nos quedamos mirando fijamente y nos besamos. Aprovechando que el sofá estaba detrás de mí hice como que tropezaba y la jalé conmigo en la caída y coloqué mi pierna entre las suyas y el vestido se levantó un poco y continuamos besándonos sin palabra alguna.  Le levanté el vestido y le acariciaba esas nalguitas y coloqué su calzoncito entre sus nalgas para poder estrujar más. Le bajé una de las tiras del hombro y vi que no llevaba brasiere y asomaron un par de tetitas con unos pezones marrones claros ya que ella era blancona. Los chupaba a mi antojo y ella gemía y empañaba mis lentes.

Ella bajó hasta el cierre de mi pantalón para sacar mi miembro ya irrigado de sangre por la excitación y empezó a chupármelo con inexperiencia. Luego me senté en el sofá con el pene erecto y le quité el calzón y la dejé solo con vestido y ella se sentó en mi miembro y pude sentir lo caliente y húmeda que estaba esta conchita con poco pelo.  Ella empezaba a menearse hacía mí y yo chupaba esas tetitas ya erectas y duras. Cambiamos a misionero sobre la alfombra y ella decía cosas sucias que me excitaban más y me hacían darle más duro. Cambiamos a la pose del perrito y fue ahí que le empecé a dar más duro y ella me decía que sigue se sentía rico que no pare que no pare y antes de que me venga ella se retiró y se vino y empezaron a temblarle las piernas por el placer obtenido. Luego me dijo que me vaya de su casa y yo sin paltas me fui.

Al día siguiente en la academia nos saludamos como si nada hubiera pasado y ella seguía con su novio en los recreos. En una clase se sentó a mi lado y me dijo que si el sábado, saliendo de la academia la podía acompañar a su casa porque su novio no iba a venir y tenía miedo. Le dije que sí y llegando el día fuimos a su casa, caminando nunca tocamos el tema, pero sabía que se podía repetir lo de aquella vez. Llegamos y me dijo que quería venirse como aquella vez y se lanzó sobre mí lo volvimos a hacer. Ella siempre se venía en la pose del perrito y esta vez yo si llegué a vaciarme sobre su espalda y luego sobre sus pechos, ombligo, cara, boca cada vez que me llevaba a su casa.

Así estuvimos tirando casi tres meses. Nunca le hablé sobre su novio, pero ella me daba a entender que ella quería acabar la relación, pero él no la quería dejar. Llegó el examen de admisión e ingresé, pero ella no alcanzó vacante. Tiramos un mes más pero luego ya no tuve mucho tiempo, me robaron mi celular y le perdí el contacto. Me quedaba solo el recuerdo del cuerpo delgado y desnudo de Lucero con esas tetitas chiquitas y bonitas que me ofrecía en cada encuentro. Dos años más tarde me topo con ella en la universidad. Habían acabado mis cursos del día y me iba caminando a comer algo y siento que alguien me toca el hombro y al voltear me doy con la sorpresa de que era ella, Lucero. Quedé sorprendido y nos fuimos a almorzar para conversar buen rato sobre lo que fue de nuestras vidas durante ese tiempo de desconexión. Finalizando el almuerzo ella me sonríe y me dice : “¿Me acompañas a mi casa?”.

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hace 4 horas, firefingers dijo:

Esto pasó hace años, pero es grato echarme en la cama y recordar esos momentos que hoy quiero compartir con ustedes. Estudiaba en la academia Saco Oliveros, ubicada en la avenida Arenales, frente al Museo de Historia Natural. Me preparaba para postular a la universidad y el haber culminado mi secundaria en un colegio estatal hizo que vea la realidad de la defectuosa enseñanza, ya que veía temas de matemática que nunca había tocado en mi colegio, por lo que supe que debería esforzarme mucho si quisiera alcanzar una vacante en el examen de admisión. La primera semana hice amigos y amigas y mediante ellos iba conociendo más amistades. Entre ellos a una chica de nombre Lucero, delgada y de cabello muy lacio siempre sonriente con unos lentes que le daban cierto encanto a su mirada de ojos grandes. Ella estaba de enamorado de un tipo de su mismo salón que cuando era recreo siempre paraban abrazados en un rincón besándose con ese calor de pubertad. Lucero y yo nos hicimos amigos porque le parecía divertida mi forma de ser y siempre terminaba riéndose de las conversaciones que teníamos, de mis experiencias de vida en el colegio.

Cierto día llegamos tarde a la academia y ya habían cerrado la puerta, por lo que nos quedamos conversando hasta que acabe la primera clase y luego entrar. Pero ella me dijo que la acompañe a su casa porque se había olvidado algo. Yo o tenía idea de sus planes, así que inocentemente accedí por caballerosidad. Ella vivía relativamente cerca, por la municipalidad de Jesús María, en la avenida Cuba por una de las calles de acceso al parque Cáceres. Llegamos a su casa y no había nadie. Me hizo sentarme en la sala mientras ella subió a su cuarto para sacar algo. Grande fue mi sorpresa cuando bajó con un vestido floreado muy bonito, adecuado para su figura. Me preguntó qué tal le quedaba ya que lo había comprado para salir con su enamorado. Le dije que le quedaba bien y que se veía espectacular. Encendió su equipo de sonido y me invitó a bailar. Aproveché para colocar mi mano en su delgada cintura y pude sentir la ropa interior que llevaba puesta. Luego puso sus delgados brazos sobre mis hombros y acercó más su cara a la mía debido a que sonaba una música lenta. Nos quedamos mirando fijamente y nos besamos. Aprovechando que el sofá estaba detrás de mí hice como que tropezaba y la jalé conmigo en la caída y coloqué mi pierna entre las suyas y el vestido se levantó un poco y continuamos besándonos sin palabra alguna.  Le levanté el vestido y le acariciaba esas nalguitas y coloqué su calzoncito entre sus nalgas para poder estrujar más. Le bajé una de las tiras del hombro y vi que no llevaba brasiere y asomaron un par de tetitas con unos pezones marrones claros ya que ella era blancona. Los chupaba a mi antojo y ella gemía y empañaba mis lentes.

Ella bajó hasta el cierre de mi pantalón para sacar mi miembro ya irrigado de sangre por la excitación y empezó a chupármelo con inexperiencia. Luego me senté en el sofá con el pene erecto y le quité el calzón y la dejé solo con vestido y ella se sentó en mi miembro y pude sentir lo caliente y húmeda que estaba esta conchita con poco pelo.  Ella empezaba a menearse hacía mí y yo chupaba esas tetitas ya erectas y duras. Cambiamos a misionero sobre la alfombra y ella decía cosas sucias que me excitaban más y me hacían darle más duro. Cambiamos a la pose del perrito y fue ahí que le empecé a dar más duro y ella me decía que sigue se sentía rico que no pare que no pare y antes de que me venga ella se retiró y se vino y empezaron a temblarle las piernas por el placer obtenido. Luego me dijo que me vaya de su casa y yo sin paltas me fui.

Al día siguiente en la academia nos saludamos como si nada hubiera pasado y ella seguía con su novio en los recreos. En una clase se sentó a mi lado y me dijo que si el sábado, saliendo de la academia la podía acompañar a su casa porque su novio no iba a venir y tenía miedo. Le dije que sí y llegando el día fuimos a su casa, caminando nunca tocamos el tema, pero sabía que se podía repetir lo de aquella vez. Llegamos y me dijo que quería venirse como aquella vez y se lanzó sobre mí lo volvimos a hacer. Ella siempre se venía en la pose del perrito y esta vez yo si llegué a vaciarme sobre su espalda y luego sobre sus pechos, ombligo, cara, boca cada vez que me llevaba a su casa.

Así estuvimos tirando casi tres meses. Nunca le hablé sobre su novio, pero ella me daba a entender que ella quería acabar la relación, pero él no la quería dejar. Llegó el examen de admisión e ingresé, pero ella no alcanzó vacante. Tiramos un mes más pero luego ya no tuve mucho tiempo, me robaron mi celular y le perdí el contacto. Me quedaba solo el recuerdo del cuerpo delgado y desnudo de Lucero con esas tetitas chiquitas y bonitas que me ofrecía en cada encuentro. Dos años más tarde me topo con ella en la universidad. Habían acabado mis cursos del día y me iba caminando a comer algo y siento que alguien me toca el hombro y al voltear me doy con la sorpresa de que era ella, Lucero. Quedé sorprendido y nos fuimos a almorzar para conversar buen rato sobre lo que fue de nuestras vidas durante ese tiempo de desconexión. Finalizando el almuerzo ella me sonríe y me dice : “¿Me acompañas a mi casa?”.

jjajajajajajja terminaste la historia como un campeon.buenaaaaaaaaaaa

  • 1 month later...
Publicado
En 18/7/2023 a las 11:40, xTSombraxT dijo:

Termino como las historias de Michael Alexander jajaja

 

Jajajajaj serio se hizo todo un guión 

Publicado

Recordando yo tuve una experiencia parecida con una alumna en un colegio acelerado era bien dócil y se dejaba hacer de todo

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