Gregorovius Publicado hace 3 horas Publicado hace 3 horas Dos años atrás trabajaba en una empresa de consumo masivo, como asistente administrativo. En la empresa habían alrededor de quince vendedores, entre mujeres y varones. El área administrativa con el área de ventas casi no tenía mucha comunicación, pero en las fechas del día del trabajo nos reunimos para celebrar. Una de estas vendedoras es una señora de unos treinta y cinco años, de la que sabía que tenía dos hijas. Chata simpática, pero de cuerpo no tan exuberante. Visiblemente no había muchas caderas ni unas nalgas pronunciadas, pero trata de resaltar los senos con brasieres ajustado y en verano con escotes llamativos. En la reunión del día de trabajo, ya eran casi las diez de la noche y todos estaban por retirarse cada uno por su lado, solo algunos grupos decidieron seguirla en alguna discoteca, así que me pasaron la voz si me unía a su grupo, y me fui con ellos. En este grupo estaba la vendedora (la llamaré Raquel), así que estuvimos en una discoteca, pero ya eran casi la medianoche y cada uno se iba para su lado. Solo quedamos ella, otra señora, y yo, así que decidí acompañarlas al paradero, y su amiga subió pero ella se quedó arguyendo que ese no era el bus que debía tomar. Ya estábamos un poco mareados, y comenzamos a hablar sobre uestras vidas. Yo admiro que estaba soltero (28 años en ese entonces), y ella me contó que estaba separada, que problemas con el marido y bla, bla, bla. Le dije entonces si realmente quería ir a su casa o de repente tomar un par de cervezas más, y ella me dice: "ya es un poco tarde", y yo le digo : " o me tienes miedo". "No te tengo miedo, más bien te tengo ganas", me dijo y al toque se me paró la pinga, porque ella acaricio mi pierna mientras estábamos sentados en el paradero y se dió cuenta de mi bulto. "Por Dios", exclamó riéndose, así que encontramos fácilmente un telo por el óvalo Santa Anita, compramos un sixpack de cerveza y nos metimos al telo. Qué maestra la señora. Lo que no brinda a en cuerpo, lo justifica a con el sexo. Se fue con todo, sin medirse en nada. Hasta ahora nadie se ha atragantado tanto chupándome la pinga, chupándome los huevos y dándose golpecitos de pinga en sus cachetes. Tetitas redonditas, pero no grandes, y pezones en punta que me puse a chupar a mi antojo, mientras mi mano jugaba con su clítoris. Pingon no soy, pero para la señora, al ser chata y no tener tanto culo, la sentí ajustada. Ella encima, yo sobre ella, en perrito mirandonos al espejo. En una agarro su celular y tomó una foto al espejo. Yo normal, porque no tendría porque preocuparme ya que no tenia pareja en ese entonces, además que haberle pedido que no tomara la foto seguramente iba a enfriar el asunto. Luego me di cuenta que la foto la tomaba solo para verse después, y verdaderamente se la veía bien en las fotos, en cuatro, exitada. A las mujer les gusta tomarse foto de perfil, y así de posadera era la señora estando en perrito. Después del primer polvo continuamos tomando las cervezas y revisando sus fotos, y después las borró. Ella solo quería verse, quizá recordando tiempos antiguos, no lo sé. Tampoco era vieja, pero yo al saber que tenía dos hijas, siempre la había visto como una señora. Dos, tres polvos más. Y ya eran las dos de la madrugada. Está vez si nos vestimos y la embarque en su taxi. Todo el tiempo que continué en esa empresa nos encontrábamos algunos sábados, terminando el horario laboral. Yo llegué a tener pareja, pero me las ingeniaba para encontrarme con la señora, así fuera una hora, en distintos telos. Luego supe que ella también había vuelto con su marido, pero igual en el trabajo siempre me decía que quería seguir viéndome. Hoy ya no sigo en esa empresa, pero igual la veo algunas veces. Ella siempre tiene la manía de tomarse fotos, y luego las borra. No sé si las borra completamente, porque quedan en la papelera de reciclaje, pero igual no me importa. Solo una vez le pregunté si había regresado con su marido y me dijo que si, pero que no cachaba bien, así que quería seguir viéndome. Ambos pagamos los telos, y también las comidas y los tragos, aunque últimamente solo nos alcanza para meternos unos polvos rápidos. Ella sabe que tengo pareja, pero tampoco le importa, ella solo quiere saber si alguien cacha mejor que ella, y tengo que admitir que no. Y no sé hasta cuánto dure esto.
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