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Yo 16 Y Ella 21. Mi Primera Vez Con Una Pituca.


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Hace no mucho había cumplido 16, con anterioridad las hormonas me habían brindado otras perspectivas con respecto a las mujeres, las veía con una lujuria no comparable años antes, me obsesionaba con las turgencias de sus cuerpos, sus senos, caderas, nalgas que se balanceaban al compás de su andar. Mis amigas del colegio estatal despertaban mi curiosidad al verlas portar sostenes que indicaban el punto de quiebre de la niñez a una adolescencia curiosa llena de tabúes por romper. Los sueños húmedos con diferentes personas como amigas, vecinas, primas, tías, artistas, cantantes desconocidas se hacían recurrentes y al amanecer una segregación viscosa acompañaba a las erecciones matutinas. Despertaba el hombre, estaba arrecho.

 

Mi familia era de condición humilde, mi abnegada madre trabajaba como ama de casa en Miraflores por lo que salía muy temprano y dejaba ya hecho la comida para que yo y mi hermano almorcemos al regresar del colegio. Cierto día, una de mis tías llama a mi madre para que la reemplace los domingos en una casa de Surco en donde ella también trabajaba como ama de casa, más que nada era para que esté allí cuidando y ordenando ya que los dueños se iban a Chaclacayo a pasar el fin de semana. Mi madre aceptó ya que veía ahí la oportunidad para que yo trabaje y empiece a tener responsabilidades a parte de estudiar, se lo propuso a mi tía y ella aceptó.

 

Llegamos, mi tía nos recibió y me presentó a los dueños. Admito que la señora llamó mucho mi atención, era alta y blanca de ojos verdes y cabellos ondulados con unos senos y nalgas que pareciera que también salir de su vestido para también saludarme. La señora tenía un trato muy amical conmigo. Me indicó que me quedará los domingos como cuidando la casa hasta que ellos llegaran, que ordenara algunas cosas y limpiara y luego podía ver tele (tenía cable, para mí eso era novedoso ya que yo sufría con la oreja de conejo en casa) y comer lo de la refrigeradora. Al retirarse me dijo: “Arriba está Sandra, ya bajará a comer y luego se irá a la playa”.

 

Mi curiosidad despertó por querer ver a la versión joven de aquella señora tan apetecible. Paso el tiempo y bajó un ángel de unos 21 años con un bikini azul que me permitían notar los pezones de su banco y suave piel, sus ojos verdes y su cabello castaño combinaban tan bien. Me miro y me dijo: “Hola, tú debes ser XXX”, “Sí, buenas tardes”, respondí tímidamente. Ella comió, se colocó un vestido floreado y se fue en su con un chico, un pituco, en su carro. Por la ventana vi como meneaba ese culo. Pasadas las horas la señora llego, me dio 20 dólares. Me masturbé aquella tarde pensando en el cuerpo de Sandra.

 

Pasaban los domingos y en uno de esos Sandra me llama y me encarga que le traiga una gaseosa. Al subir a su cuarto a darle la gaseosa veo que estaba recostada boca abajo, desnuda y cubierta hasta la mitad con su edredón. Tuve una erección y ella se percató y me dijo: “¿Te parezco bonita?" “Muy bonita” dije, ella río y me dijo que me vaya. Estando en la cocina sentado y comiendo un pedazo de pizza del sábado, ella baja ya vestida con una especie de bata a manera de red de pescar y debajo se podía ver absolutamente su ropa interior blanca. Me quedé mudo. Ella siguió su camino a la alacena y se agachó sin doblar las rodillas para abrir un cajón inferior y noté con asombro como su vulva quería salir de su calzoncito. Me puse a mil, el pene me palpitaba y ya lubricaba. Cuando voltea veo en su rostro que sus ojos estaban como de aquellas personas que han llorado con ira.  Me volvió a preguntar si es que era bonita y respondí: “Usted es preciosa, señorita Sandra, ha de ser muy afortunado el que este con usted”. Ella se acercó por atrás, sentí sus senos en mi nuca, me abrazó y me dio un beso en el hoyuelo que se forma al sonreír y me dijo: “Cuando acabes subes, ok”.

 

Subí y la encontré leyendo y me preguntó si era virgen y respondí con la verdad. A ella le pareció lindo. Se quitó la bata y se acercó y me besó, colocó su mano en mi pene y jugaba con él. Me hizo un oral, mi primer oral, y vi su expresión con esos ojos y esa mirada de perturbada que tenía y sus mejillas succionándome con devoción, hasta ahora tengo esa expresión grabada en mi mente. Se quitó el sostén y me llevó a su cama, cerro las cortinas y el ambiente se puso propicio. Empecé a tocarle la vagina metiendo mi mano por debajo de su calzón, ella estaba tan húmeda, la verdad no sabía qué hacía, pero esas cosas me daban tanto placer. Besaba sus tetas, sus pezones rosados y paraditos. Ella se recostó y se quitó el calzón y fui a ella, tomó mi pene y lo colocó dentro de su conchita razuradita, el placer fue indescriptible como sus paredes vaginales tan calientes y húmedas estaban alrededor de mi miembro venoso y palpitante haciéndose espacio lentamente hacia los caminos del placer. Le estaba dando en misionero, ella gemía y se mordía los labios inferiores y entrecerraba los ojos mientras me aprisionaba con sus piernas. Seré sincero, en 5 minutos me vine en ella, me hice hombre y al sacar el pene vi como el semen salía de su vagina y corría hacia sus muslos. Pero aún la tenía erecta debido a la juventud y arrechura que corrían por mis venas y cambiamos a perrito ahí pude ver ese hermoso culo y esa caderita tan propicia para esa pose, le daba de alma, mis huevos rebotaban en su vulva ella apretaba el edredón con sus delicadas manos y pedía que le diera más fuerte, le daba tan duro que quería meterme dentro de su vagina. Al rato me vine nuevamente. Nos vestimos, me dijo que bajará y que me vaya a casa.

 

El siguiente domingo y los demás fueron lo mismo, me decía: “Cuando acabes subes, ok” y se repitió la faena, y así cada domingo le entregaba mis ímpetus sexuales, nos rendíamos al placer de los cuerpos y al sudor del sexo. Pasadas unas sesiones me dijo que aquella vez había llorado porque su gil estando ebrio le dijo que estaba fea (al parecer ella tenía la autoestima muy baja) y que le gustó que le pareciera bonita y por eso decidió hacerlo conmigo, además que le causaba curiosidad hacerlo con un virgen. Además, en la tarde su mamá me daba los 20 dólares por cuidar la casa, que en realidad yo sentía que me pagasen por tirar a su hija.

 

 

Así estuvimos cada domingo por seis meses, mis notas bajaron, pero nunca repetí. Ella se fue a estudiar al extranjero, no existía el Facebook ni Hi5, no tenía celular, le perdí el rastro, dos meses después las ganas de seguir yendo a trabajar. Le perdí el rastro a Sandra. Pasados los años y por oír conversaciones ocasionales entre mi madre y mi tía me enteré que ya radicaba en España, se casó con un tipo que tenía mi mismo nombre y ahora tienen 2 hijos.

 

Siempre se recuerda la primera vez y los memorables también, Sandra se llevó al niño que tenía he hizo que aflorara el hombre que ahora soy, como olvidar la suavidad de su piel y ese cuerpo tan blanco y precioso. Muchas mujeres vinieron, fueron geniales, pero eso es otra historia. A veces, en ciertas noches, cuando voy a dormir  cierro los ojos y oigo su voz “Cuando acabes subes ok”.

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Que buena historio hdl la verdad este tipo de historias si suele pasar entre las familias de la alta sociedad asi komo nosotros tenemos fetiches kon las pitucas, ellas tmb deben tener fetiches kon chikos humildes y emprendedores a diferencia de los pitukitos hijos de papi. buena historia man y si es cierto kuando un hombre pierde su castidad no lo olvida x nada algun dia kontare la mia jxjx alamos

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@@Chavo @@studentgltb @@camilo_ruperto Gracias por sus comentarios. Les invito a leer y comentar mi otra historia "Chilenita rockera". Búsquenla, sé que les va a gustar. Saludos y gracias por darse un tiempo. Pronto más relatos.

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Definitivamente, es la segunda mejor historia que leí en HDL ,después del "sueño de Patty". Tu estilo de redacción es muy bueno, potencializalo.

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Muchas gracias por tu comentario y apreciación hermano @@Pompinchu Si es así me daré tiempo para buscar tal relato. Saludos.

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Es simple las pitucas que quieren hombres y no niños de papi como los de su mismo nivel.

  • 1 month later...
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Jajajaj Buen Relato HDL digo lo mismo que el otro hermano es una de las mejores historias que ahi leido HASTA AHORA Saludos HDL

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buen relato cholo pero bien dificil de creerte eso no pasa en la vida real conosco varias chicas pitucas y jamas se meterian con un weon que limpia la casa px ahi que ser realistas men igual vale tu imaginación.

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Cada quien vive con sus complejos. Yo les comparto un relato en donde lo único falso es el nombre de la protagonista. Pero queda a libre decisión tomarlo como verdadero o no, me da igual. No siempre hay que generalizar a personas de cierto estatus social. Saludos, he visto que se han borrado dos relatos, ya les compartiré otros.

  • 2 years later...
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Ganadazo compadre. Si hay unas pituquitas bien ricas. Pussy rosadito

  • 6 years later...
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En 5/2/2016 a las 18:45, firefingers dijo:

Hace no mucho había cumplido 16, con anterioridad las hormonas me habían brindado otras perspectivas con respecto a las mujeres, las veía con una lujuria no comparable años antes, me obsesionaba con las turgencias de sus cuerpos, sus senos, caderas, nalgas que se balanceaban al compás de su andar. Mis amigas del colegio estatal despertaban mi curiosidad al verlas portar sostenes que indicaban el punto de quiebre de la niñez a una adolescencia curiosa llena de tabúes por romper. Los sueños húmedos con diferentes personas como amigas, vecinas, primas, tías, artistas, cantantes desconocidas se hacían recurrentes y al amanecer una segregación viscosa acompañaba a las erecciones matutinas. Despertaba el hombre, estaba arrecho.

 

Mi familia era de condición humilde, mi abnegada madre trabajaba como ama de casa en Miraflores por lo que salía muy temprano y dejaba ya hecho la comida para que yo y mi hermano almorcemos al regresar del colegio. Cierto día, una de mis tías llama a mi madre para que la reemplace los domingos en una casa de Surco en donde ella también trabajaba como ama de casa, más que nada era para que esté allí cuidando y ordenando ya que los dueños se iban a Chaclacayo a pasar el fin de semana. Mi madre aceptó ya que veía ahí la oportunidad para que yo trabaje y empiece a tener responsabilidades a parte de estudiar, se lo propuso a mi tía y ella aceptó.

 

Llegamos, mi tía nos recibió y me presentó a los dueños. Admito que la señora llamó mucho mi atención, era alta y blanca de ojos verdes y cabellos ondulados con unos senos y nalgas que pareciera que también salir de su vestido para también saludarme. La señora tenía un trato muy amical conmigo. Me indicó que me quedará los domingos como cuidando la casa hasta que ellos llegaran, que ordenara algunas cosas y limpiara y luego podía ver tele (tenía cable, para mí eso era novedoso ya que yo sufría con la oreja de conejo en casa) y comer lo de la refrigeradora. Al retirarse me dijo: “Arriba está Sandra, ya bajará a comer y luego se irá a la playa”.

 

Mi curiosidad despertó por querer ver a la versión joven de aquella señora tan apetecible. Paso el tiempo y bajó un ángel de unos 21 años con un bikini azul que me permitían notar los pezones de su banco y suave piel, sus ojos verdes y su cabello castaño combinaban tan bien. Me miro y me dijo: “Hola, tú debes ser XXX”, “Sí, buenas tardes”, respondí tímidamente. Ella comió, se colocó un vestido floreado y se fue en su con un chico, un pituco, en su carro. Por la ventana vi como meneaba ese culo. Pasadas las horas la señora llego, me dio 20 dólares. Me masturbé aquella tarde pensando en el cuerpo de Sandra.

 

Pasaban los domingos y en uno de esos Sandra me llama y me encarga que le traiga una gaseosa. Al subir a su cuarto a darle la gaseosa veo que estaba recostada boca abajo, desnuda y cubierta hasta la mitad con su edredón. Tuve una erección y ella se percató y me dijo: “¿Te parezco bonita?" “Muy bonita” dije, ella río y me dijo que me vaya. Estando en la cocina sentado y comiendo un pedazo de pizza del sábado, ella baja ya vestida con una especie de bata a manera de red de pescar y debajo se podía ver absolutamente su ropa interior blanca. Me quedé mudo. Ella siguió su camino a la alacena y se agachó sin doblar las rodillas para abrir un cajón inferior y noté con asombro como su vulva quería salir de su calzoncito. Me puse a mil, el pene me palpitaba y ya lubricaba. Cuando voltea veo en su rostro que sus ojos estaban como de aquellas personas que han llorado con ira.  Me volvió a preguntar si es que era bonita y respondí: “Usted es preciosa, señorita Sandra, ha de ser muy afortunado el que este con usted”. Ella se acercó por atrás, sentí sus senos en mi nuca, me abrazó y me dio un beso en el hoyuelo que se forma al sonreír y me dijo: “Cuando acabes subes, ok”.

 

Subí y la encontré leyendo y me preguntó si era virgen y respondí con la verdad. A ella le pareció lindo. Se quitó la bata y se acercó y me besó, colocó su mano en mi pene y jugaba con él. Me hizo un oral, mi primer oral, y vi su expresión con esos ojos y esa mirada de perturbada que tenía y sus mejillas succionándome con devoción, hasta ahora tengo esa expresión grabada en mi mente. Se quitó el sostén y me llevó a su cama, cerro las cortinas y el ambiente se puso propicio. Empecé a tocarle la vagina metiendo mi mano por debajo de su calzón, ella estaba tan húmeda, la verdad no sabía qué hacía, pero esas cosas me daban tanto placer. Besaba sus tetas, sus pezones rosados y paraditos. Ella se recostó y se quitó el calzón y fui a ella, tomó mi pene y lo colocó dentro de su conchita razuradita, el placer fue indescriptible como sus paredes vaginales tan calientes y húmedas estaban alrededor de mi miembro venoso y palpitante haciéndose espacio lentamente hacia los caminos del placer. Le estaba dando en misionero, ella gemía y se mordía los labios inferiores y entrecerraba los ojos mientras me aprisionaba con sus piernas. Seré sincero, en 5 minutos me vine en ella, me hice hombre y al sacar el pene vi como el semen salía de su vagina y corría hacia sus muslos. Pero aún la tenía erecta debido a la juventud y arrechura que corrían por mis venas y cambiamos a perrito ahí pude ver ese hermoso culo y esa caderita tan propicia para esa pose, le daba de alma, mis huevos rebotaban en su vulva ella apretaba el edredón con sus delicadas manos y pedía que le diera más fuerte, le daba tan duro que quería meterme dentro de su vagina. Al rato me vine nuevamente. Nos vestimos, me dijo que bajará y que me vaya a casa.

 

El siguiente domingo y los demás fueron lo mismo, me decía: “Cuando acabes subes, ok” y se repitió la faena, y así cada domingo le entregaba mis ímpetus sexuales, nos rendíamos al placer de los cuerpos y al sudor del sexo. Pasadas unas sesiones me dijo que aquella vez había llorado porque su gil estando ebrio le dijo que estaba fea (al parecer ella tenía la autoestima muy baja) y que le gustó que le pareciera bonita y por eso decidió hacerlo conmigo, además que le causaba curiosidad hacerlo con un virgen. Además, en la tarde su mamá me daba los 20 dólares por cuidar la casa, que en realidad yo sentía que me pagasen por tirar a su hija.

 

 

Así estuvimos cada domingo por seis meses, mis notas bajaron, pero nunca repetí. Ella se fue a estudiar al extranjero, no existía el Facebook ni Hi5, no tenía celular, le perdí el rastro, dos meses después las ganas de seguir yendo a trabajar. Le perdí el rastro a Sandra. Pasados los años y por oír conversaciones ocasionales entre mi madre y mi tía me enteré que ya radicaba en España, se casó con un tipo que tenía mi mismo nombre y ahora tienen 2 hijos.

 

Siempre se recuerda la primera vez y los memorables también, Sandra se llevó al niño que tenía he hizo que aflorara el hombre que ahora soy, como olvidar la suavidad de su piel y ese cuerpo tan blanco y precioso. Muchas mujeres vinieron, fueron geniales, pero eso es otra historia. A veces, en ciertas noches, cuando voy a dormir  cierro los ojos y oigo su voz “Cuando acabes subes ok”.

Qué buen relato hermano. Cómo era la señora pituca? alguna vez la viste con menos ropa? te provocó pajas pajas esa señora pituca. Cuéntanos un poco más por favor.

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