NicoElRico Publicado 26 de Enero del 2019 Publicado 26 de Enero del 2019 Esto sucedió hace unos 10 años, yo tenía unos 28 años. Tenía que regresar de Huancayo a golpe de 10 de la noche y decidí tomar un auto colectivo. Como fuí el último pasajero en subir me toco ir en el asiento posterior junto a la ventana derecha. En el centro iba sentado un tio y en los otros asientos ni me fije. A la hora y media de camino, yo iba cabezeando entredormido, y pasando La Oroya se comenzo a sentir el frio por lo que le pidieron al chofer que encienda la calefacción. El hombre murmuró algo, paró el auto, fue a la maletera y saco un par de frazadas: una manta para el pata de adelante y una frazada tigre para los tres que ibamos atras, su calefacción no funcionaba. Seguíamos avanzando sin mayor contratiempo hasta que a la altura del peaje de Corcona, el tio que estaba a mi lado se bajó. Ahi recien me percaté que era una jovencita agraciada de unos 18 años la que completaba la fila de pasajeros. En ese punto eran las 2 am, y estabamos los dos bajo una frazada tigre en el asiento posterior del auto, intercambiando miradas de vez en cuando. No me animaba a hacer nada, cuando se dió un evento que le ganó a cualquier estrategia que yo hubiese planeado: poco antes de llegar a Chosica, el chofer tuvo que hacer una maniobra de emergencia, virar rápido, salir de la carretera y frenar bruscamente, para evitar chocar con otro carro que había invadido nuestro carril. La jovencita gritó asustada y medio llorosa, por lo que la abrazé, y ya no la solté (jajaja), tranquilizandola. El chofer preguntó si estabamos bien y sin esperar respuesta, siguió el camino. Por mi parte, ya la tenía abrazada con mi brazo izquierdo y en mi mano derecha tenía su mano y le decía que se tranquilicé. En un par de minutos ya habia dejado de sollozar, y cruzamos nuevamente las miradas, era mi oportunidad, me acerque lentamente a su rostro y le dí un beso suave, me miró y me correspondió. Estuvimos besandonos suavecito, romanticamente (jajaja), durante varios minutos. Como el asunto se iba prolongando y el ambiente se iba calentando, esa frazada tigre cubrió mis avances posteriores. Decidí que este no era el campo donde se definiriá esta batalla, por lo que aproveche el tiempo disponible y el abrazo pasó a ser una exploración de su anatomía, incursioné por debajo de sus prendas, iba lentamente tanteando sus senos juveniles coronados por unos pezones pequeños erectos que respondían temblando al contacto con mis dedos. Recorrí con suavidad su espalda, sus nalgas, para finalmente llegar a su pubis recubierto por un vello escaso y natural. Ya a esa altura estaba lo suficientemente humeda para recibir primero uno y luego dos dedos, siempre con suavidad y delicadeza, no habia prisa. Mi idea era llegar hasta Yerbateros, pero a la altura de Santa Anita, ya estabamos muy excitados. Pregunte: bajamos...? Y afirmo moviendo la cabeza. Le dije al chofer que nos quedábamos en el ovalo de Santa Anita, y se detuvo mirándome con envidia, mientras bajabamos de su auto. Enrumbamos al motel más cercano, que no estaba ni a una cuadra del paradero, pagué y entramos rápidamente a la habitación asignada donde nos desvestimos de prisa pues las ansias urgían. Fue un primer round rápido, me enfunde la protección y procedi a penetrarla de pie, ya mucho la había respetado en el carro. Paraditos, la puse contra la pared y le aplique lo que se merecía, ya estaba lo suficientemente humeda para recibir mi herramienta. Si bien estaba bastante mojada, se podia sentir y disfrutar de su ajuste juvenil. La llevé a la cama y seguimos en misionero, con fuerza y hasta el fondo. Pasé a echarme, ella se subió y me cabalgó a tal ritmo que no me quedo más que eyacular, llevaba casi una hora de calentamiento. Ella siguió disfrutando su cabalgata hasta que explotó en un orgasmo prolongado, echandose sobre mi pecho. Retire el preservativo usado y me seque con papel sin salir de la cama. Y empezamos el segundo round: Ella me dió una mamada espectacular. No tenía mucha técnica, rozaba con los dientes, pero lo hacia con unas ganas que parecía que el mundo se iba a terminar, y sentí en mi verga, que se endurecia poco a poco, su lengua que limpiaba los residuos del primer encuentro. Ya con el miembro nuevamente en posición de combate, me puse una nueva protección y la puse en cuatro patas, penetrandola profundamente. Pude tantear su ano que se apreciaba virginal. La acomode en el borde de la cama y le dí de frente, luego con las piernas al hombro, embistiendo esa chuchita con furia. Nuevamente me eché y ella se trepo dandome la espalda, la dejé disfrutar de mi pieza, mientras yo disfrutaba de verla saltar sobre mi pelvis, cogiendo su cintura para afianzar más cada clavada. Giró sin sacar mi pene de su conchita y siguió cabalgando, amasaba sus turgentes pechos, besandolos, chupandolos, comiendomelos. Me sente y seguimos con el contacto y la penetración frente a frente, besandonos como animales, y nuevamente explote. Me deje caer y ella siguió disfrutando, cabalgando hasta llegar otra vez a un orgasmo. Nos quedamos dormidos por una hora. Serían casí las seis de la mañana cuando ella se despertó bruscamente, dijo: "Mierda...", se levanto vistiendose apresuradamente, dijo algo de un examen en la universidad, terminó de vestirse, cogió su maletín, se acercó, me besó y se fue. Me sentí usado, un objeto sexual, nunca supe su nombre. También me vestí y enrumbe hacia mi casa. En el camino agradecí al chofer que con su imprudencia determinó este encuentro en mi destino. Eran casí las siete, llegué a mi barrio, compré el pan, abrí mi puerta, de vuelta a la vida cotidiana, aunque yo sabía que la vida ya no sería igual. 3
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