Viejo Indecente Publicado 9 de Julio del 2017 Publicado 9 de Julio del 2017 Me acerqué a la barra para pedirle un pañito húmedo al cantinero; sin embargo él estaba ocupado atendiendo al teléfono, junto a la registradora. Me subí al viejo taburete de madera en el que había estado sentado, bebiéndome unas cervezas, antes de ir al baño. La botella estaba casi vacía. Bebí las últimas gotas –amargas y tibias– y escupí al suelo. Recordé que a veces no terminaba una botella de cerveza por utilizarla como cenicero. Un hombre a mi izquierda dejó unos billetes sobre la barra y se marchó, ignorando la propuesta de una linda chica. La muchacha se le quedó viendo de reojo unos segundos, evidenciando su descontento ante la repentina partida del sujeto. Se me acercó unos instantes después y colocó una mano suya sobre mi hombro. —Hola —dijo ella, casi suspirando—. ¿Tienes un minuto? —¿Tienes un pañito húmedo? —¿No quieres pasar un buen rato? La miré de arriba a abajo. Era casi una niña, o había dejado de serlo hace poco. Se trataba de una muchachita bastante atractiva, de cabello casi hasta la cintura, hermosa y risueña, como un fuego móvil y fluido. Era como un espíritu envuelto en vestido de noche conteniéndolo con suma gracia. —¿Cuántos años tienes, bonita? —¿Cuántos tienes tú? —Podría ser tu padre. —Ah, ¿sí? —la muchacha me rodeó por detrás y se sentó a mi derecha, sobre un taburete libre— Yo creo que más bien podrías ser mi abuelo. Ambos reímos. —¿Cuánto? —pregunté. —Treinta y cinco soles, mi amor. Oral, vaginal, poses y me desnudo totalmente. El telo corre por cuenta tuya. Volví a pasarle los ojos de arriba a abajo y luego de abajo hacia arriba. Sentí un poco de vergüenza al siquiera considerarlo; así que me giré hacia la botella de cerveza sobre la barra. —¿Y bien? —¿Qué? —dije sin mirarle. —¿Me vas a dar calor? —Sólo tengo dos billetes de veinte en los bolsillos. ¿Aceptarías fornicar conmigo por algo menos? —Ya, pero no me quitaré el brassiere. 1. Rostro: Tenía redondas mejillas que se ruborizaban con extrema facilidad, cabello negro ondeado que llegaba hasta su espalda, ojos marrones, nariz ligeramente ancha y labios salvajes y rojos. En conjunto carita de niña inocente, pero que evidenciaba lo contrario con la mirada. 2. Edad: Nunca suelo preguntarle la edad a una dama, pero esta muchacha se veía demasiado linda y joven. Tanto que sentí necesario preguntárselo. No me lo dijo, pero asumo que tendría dieciocho y pico. 3. Talla: Pequeña. Me llegaba considerablemente más abajo del mentón. Calculo entre 1,55 y 1,60 metros. 4. Color de Piel: Caucásica y piel sumamente suave. Cada vez que presionaba su tersa piel, ésta respondía tornándose colorada. 5. Contextura / Cintura / Barriga / Senos: Era algo rellenita, pero con la espalda estrecha y la cintura bien dibujada y de caderas prominentes. Sus senos eran medianos para pequeños, pero el brassiere que los sujetaba generaba la impresión de que fueran mucho más grandes. Su vientre era suave, con un poquito de pancita y un rollito que se le formaba: nada escandaloso; al contrario, le hacía más tierna. 6. Caderas / Culo / Piernas: Como dije, tenía caderas prominente y por ende un enorme culo. La forma de su cuerpo me recordaba a la de una perita. Sus nalgas eran grandes, suavecitas y blancas. Sin embargo su ano -aunque se veía bastante estrecho- era de color marrón claro. Sus piernas eran gruesas y bien formadas; aunque como ella era bajita, lucían algo cortas. 7. Tatuajes o Señas Particulares: Llevaba puesto un collar de plata con un dije en forma de cruz cristiana. También noté una pequeña cicatriz en forma de medialuna tras su pantorrilla izquierda. Me dijo que se había quemado hace un par de años con el borde del extremo del tubo de escape de la motocicleta de un novio suyo. 8. Apariencia / Vestimenta: Era demasiado atractiva. Inspiraba deseo y ganas de cogértela duro, pero al mismo tiempo te provocaba acariciarla con terneza. Llevaba puesto zapatillas y un vestido de noche ceñido que resaltaba sus curvas; había que ser ciego u homosexual para no darse cuenta de su oficio. En general, no aparentaba ser una chica que hiciera ejercicio, pero no era necesario: todo estaba en su sitio. 9. Papita: Se mojaba bastante y ajustaba considerablemente. Tenía vellos medianamente crecidos y labios rosados y esponjosos. 10. Servicio Adicional: No se lo pregunté. Me distraje mucho mirándole la carita. 11. Fellatio: Regular. Tenía muy buena intención y disposición, pero le faltaba experiencia. Sentí un poco sus dientes por sobre el condón. 12. Relato del Servicio: Entramos a la habitación. Me paré detrás de la muchacha e ingresé por su cintura. Le di un beso en la mejilla e intenté despojarla del vestido de noche, pero ella –con una sonrisa relajante– se giró sutilmente, despegándose de mí. —Quítate la ropa —dijo. Obedecí. Ella se tomó un momento para retirarse los pendientes y sujetarse el cabello con un moño que no ajustaba mucho. Se bajó el cierre en la espalda y dejó que el vestido cayera al suelo. Sólo entonces pude ver que llevaba puesto un delicado collar de plata con dije en forma de cruz cristiana. —¿Cómo te llamas? —le pregunté. Ella tomó su cartera y extrajo unas botellitas llenas con lo que supuse se trataba de alcohol y líquido desinfectante. —¿No me has oído o no tienes nombre? —Fe. —¿Cómo dices? —Me llamo Fe. —¿Cómo la fe en la religión? ¿Por eso la cruz en tu cuello? —Sí —dijo Fe con una sonrisa de oreja a oreja. —¿Sabes? —dije mientras me recostaba sobre la cama— Yo era muy católico. —Ah, ¿sí? Yo he leído toda la Biblia. Dos veces —le miré incrédulo—. Me sé algunos pasajes. —Veamos… Ezekiel 25:17. Fe se quedó pensando al lado de la cama unos segundos, desviando la mirada hacia el techo. Le sujeté con firmeza por la muñeca y jalé dulcemente hasta meterla conmigo a la cama. Ella rio un poco, como si le hubiese gustado el gesto. —Estoy bromeando —expliqué—. Ese pasaje no existe, es sólo un versículo ficticio que citan en una película. Le besé la mano. Rodeé a Fe con mis brazos y me incliné sobre ella hasta tenerla recostada por completo sobre la cama. Comencé a lamerle el cuello y a acariciar su cuerpo. Pasé una mano por su rostro, su cintura, sus caderas; descendí hasta sus piernas y ascendí hasta su culo. Se sentía suave, su piel era bastante tersa. Fe me tocó el pene y comenzó a masturbarme. Yo le toqué el coño por sobre sus bragas calientes. Fe gimió levemente y eso me excitó de inmediato. En sólo un instante ella empezó a humedecerse allí abajo. Pronto eché a volar mi imaginación y sentí que quería chupar esas tetas. Le besé dos o tres veces el borde de sus senos que escapaba del brassiere, pero Fe siempre retiraba cálidamente mi rostro de sus tetas. Metí mis manos dentro de sus bragas. Ella ya estaba empapada. —Bájate de la cama. —¿Qué? —Bájate y ponte de pie junto a la cama. Obedecí. Ella se irguió un poco para tomar un preservativo de su bolso. Abrió la envoltura y volvió a tenderse sobre la cama; esta vez, boca arriba y con la cabeza fuera del filo. Vistió mi pene con el condón y se lo metió a la boca. Fe chupaba muy rico. Sus labios gruesos y rojos abrazaban deliciosamente el tallo de mi pene que ingresaba y salía de su boca. Ella empleó una mano para jugar con mis testículos y elevó ligeramente su cabeza para que mi pene ingresara un poco más adentro. En ese instante noté como la forma de mi pene se marcaba en su garganta, a través de su piel; eso me excitó demasiado. Así que retiré mi pene súbitamente, dejándola con la boca abierta y una larga tira de saliva colgando de la comisura. —Colócate boca arriba y levanta esas piernas, bonita —le dije—. Quiero hacértelo mientras te veo la carita. Fe sonrió y obedeció. Me metí deprisa a la cama y –más aún– dentro de Fe. Su vagina estaba muy húmeda y caliente. La penetré lentamente, mirándola a los ojos. Se veía tan hermosa, joven, llena de vida. La cruz de plata ornaba lozanamente, pendiendo de su delicado cuello. Eché un vistazo hacia abajo y me maravillé al ver lo rosa que eran sus labios. Extendía ambos brazos y uní mis manos con las suyas, entrelazando nuestros dedos. Me incliné lentamente hacia delante, casi hasta dejar caer todo mi peso sobre su hermoso cuerpo. Fe cerró los ojos y giró el rostro hacia un lado, jadeando pausadamente. Yo lamí su cuello y le besé en las mejillas. Entonces posé mi rostro frente al suyo, mirándola fijamente. —Abre los ojos —pronuncié—. Abre ya los ojos que quiero que me mires cuando te la meta. Fe abrió los ojos y no dijo nada. Por primera vez me miró tímidamente. Yo continúe meneando mi pelvis, ahora más profundo y con mayor fuerza. Así continuamos unos minutos. Luego me levanté y le pedí que se subiera encima de mí. A Fe pareció gustarle la idea porque nuevamente volvió a revelar su sonrisa maliciosa. Me tendí boca arriba y Fe hizo lo suyo. Comenzó a moverse en círculos, sin despegarse de mí. Casi creí sentir unas gotas escurrir a lo largo de mi saco escrotal. Fe colocó ambas manos sobre mi pecho, clavándome un poco las uñas, se inclinó hacia delante y empezó a cabalgar. Se movía desesperadamente, como si quisiera sacarse algo de su sistema. Yo la sujetaba firmemente de su cintura. Su piel era muy, muy suave; y mi imaginación se desbordaba al ver esas tetas rebotando de arriba a abajo. Escurrí mis manos hasta llegar a su culo. Apreté bien fuerte sus nalgas y comencé a moverme furiosamente. Fe empezó a jadear y gemir más alto. —Así, métemela —dejó escapar entre jadeos—. Dámela toda, por favor. —¿Te gusta fuerte? —pregunté mientras seguía metiéndosela veloz y rudamente— Vamos. Dime que te gusta. Fe no dijo nada. Continuaba jadeando y gimiendo. Me senté de golpe, comprimiéndola fuertemente contra mi pecho, hundí mi rostro entre sus pechos y le besé la piel de los senos fuera del brassiere. Esta vez, Fe no esquivó mi rostro. —Levántate, bonita. Quiero ver ese culito. Fe obedeció y se colocó a cuatro patas. Yo trepé rápidamente detrás de ella y me tomé unos segundos para apreciar cómo su cintura terminaba por extenderse hasta conformar las deliciosas curvas de su culo. Me agaché y le di un beso sobre una de sus nalgas. Fe rio. Yo le di una fuerte nalgada. —¡Au! —giró su rostro por sobre su hombro— ¡Chetumay! —dijo tiernamente, levantando la trompita. Ingresé en su vagina una vez más. Mi pene resbaló sin mayor esfuerzo hasta llegar al fondo de sus adentros. La tomé del borde de las caderas, hundí mis dedos en su carne y arremetí con vehemencia. —¡Dame! ¡Dame! —decía Fe, cada vez más alto. Continué penetrándola así un poco más hasta sentir que estaba próximo el orgasmo. La tomé de ambos brazos y halé con todas mis fuerzas hasta tenerla pegada a mi pecho. Guie sus manos hasta mi nuca y al fin posé ambas manos sobre sus tetas. Meneé todo su cuerpo contra el mío un poco más hasta que terminé por eyacular abundantemente dentro de aquella jovencita. Le di un beso en la mejilla. Busqué una de sus manos tras mi cabeza y la guie hasta mi boca: le di un beso. Fe sonrió y se levantó rápidamente de la cama. Empezó a vestirse y yo hice lo mismo. —Pensé que serías más rápido —dijo; yo continué vistiéndome sin pronunciar palabra—. ¿Y qué demonios es esa mancha lechosa en la punta de tu zapato? —¿Recuerdas que te pedí un pañito húmedo cuando me abordaste en la barra? —Sí. —Antes de entrar al bar, vi pasar a un par de prostitutas bastante deliciosas. No tenía ni idea de que iba a dar contigo. Entré con la idea de beberme unas cervezas antes de ir a buscar un polvo. Luego de unas botellas tuve ganas de mear y fui al baño. Estaba muy oscuro. Pensé en aprovechar el escenario y me corrí una paja rápida para durar más, con tan mala puntería que eyaculé sobre el borde de la taza y mi zapato. Fue por eso que no me vine rápido —Fe me miró fijamente, dibujando una mueca torcida con una sonrisa levemente incómoda—. Si no olvídate, princesa. 13. Aseo Personal: Estaba limpia. No olía a perfume, pero no sentí malos olores en ningún momento. 14. Trato de pareja: Por momentos era atenta, por momentos como que se distraía. En general era bastante coqueta; eso sí. 15. Precio: Terminamos por acordar en 30 soles por su servicio + 10 soles del hostal. 16. Telefono / Anuncia / Local: Estaba bebiendo en una cantina/taberna de las calles perpendiculares a la Av. Guzmán Blanco, rodeado de sombras fulginosas y malvestidas. Terminamos por ir a un hostal situado a cuadra y media, en una de las calles aledañas, el cual se fundía insistente en una profundidad misteriosa y el prisma de un reino urbano salvaje, uniendo su sombra al vicio y presagio ulteriores a una borrachera de una noche cualquiera. 17. Ubicacion (Numero de Cuarto): No lo recuerdo, estaba algo borracho y no me pareció un detalle importante. 18. Comfort / Limpieza / Privacidad: Habitación sucia. La cama estaba bien, el colchón algo despanzurrado por zonas y no había sábana encima. 19. Puntaje Final (0/10): 9/10. Es cierto que en algunos momentos la muchacha se distraía un poco, pero nunca por mucho tiempo. Y cuando estaba atenta ponía todo de su parte. No le doy el diez porque al comienzo se mostraba un poco esquiva, sobre todo con sus senos (los cuales nunca vi), pero por lo demás tenía muy buena disposición y la vivía. Su carácter: sonriente y coqueta, son en definitiva un punto a su favor. Y Dios sabe que se veía sumamente joven y hermosa; más que nada: joven. Tanto que me quedé pensando en su edad luego de que se fue. 20. Comentarios Y Datos Adicionales: Yo creo que si la hubiese visto con ropa común y silvestre no habría volteado a mirar, me hubiese parecido una niña más y a mí me gustan las mujeres. Pero esta vez, más pudo el morbo. Sin más que añadir; me despido cordialmente, caballeros. Sólo soy un Viejo Indecente.
JHON DILLINGER Publicado 9 de Julio del 2017 Publicado 9 de Julio del 2017 Ella estaba fuera de la cantina o taberna? o dentro (si es dentro cual taberna o cantina) ??? Cual hermano? @Viejo Indecente
Gizmoxx26 Publicado 26 de Octubre del 2017 Publicado 26 de Octubre del 2017 Colgron la misma historia en Kinetops solo que en Relatos eroticos ... en el mes de febrero.
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