NicoElRico Publicado 25 de Febrero del 2019 Publicado 25 de Febrero del 2019 No fue difícil llegar a la casa, no era muy grande pero era la única en ese camino, tal como ella me lo habia dicho. De su color original, solo quedaban rezagos que mostraban el paso del tiempo. Iba a tocar la puerta, pero pensé que sería mejor sorprender a quien estaba adentro. Me acerqué a la puerta de la casa, la empujé y no encontré resistencia, estaba abierta, como ella me lo habia dicho. Entré con mucho cuidado en la casa caminando sin hacer ruido, por lo que el no usar zapatos pasó a ser una ventaja. El primer ambiente era utilizado como sala, comedor y cocina. En la mesa se veían restos de comida. En la cocina habían cacerolas y platos sucios acumulados de varios días. Seguí de largo, y vi una puerta entreabierta a la que me asomé y pude ver que era un baño, estaba sucio y con papeles en el piso. Era evidente que en la casa nadie se habia ocupado de la limpieza en varios días. Seguí avanzando y vi un dormitorio vacio. Adelante solo quedaba una puerta más, que también estaba entreabierta. Me asomé sigilosamente, y pude observarla, ahi estaba ella, el motivo por el cual habia tomado este camino. Estaba echada dormida en la cama, llevaba un camisón casí transparente, que dejaba notar su figura y una ropa interior pequeña. Para contrarrestar la calentura de la fiebre no se habia cubierto con nada más. Había sido madre muy temprano, y su hija también, por lo que ya era abuela, y muy joven. Había quedado viuda a temprana edad y no se habia vuelto a comprometer. Debía bordear los 40 años, se dedicaba a trabajar en el campo lo que habia tonificado su cuerpo. Cuidaba un huerto, criaba algunas gallinas y patos. Se alimentaba saludablemente por lo que su silueta era muy provocativa, al verla descansar placidamente, una sonrisa se asomo en mi rostro, mientras la miraba con deseo, y me acercaba lentamente a la cama, husmeando en el aire pude notar su olor de hembra, cuando la ví entreabrir los ojos y mirarme con curiosidad. Ella tenía varios días con un proceso infeccioso en el cual se habían dado días tranquilos y días de mucha fiebre, hoy era uno de esos, y la fiebre le hacia perder la noción de la realidad. Al verme al borde de su cama, pensaría que sería un personaje de sus sueños, esos sueños calientes que la habian acompañado por tanto tiempo, por lo que solo atinó a devolverme la sonrisa, lo que dió pie a que siga acercandome y me suba a la cama. Sin decir palabra alguna, me incline hacia ella, habia aumentado su olor a hembra, hembra necesitada de pasión. Ella sonrió y me miró, parecía que en sus sueños habia anticipado mi visita. Lentamente, sin dejar de sonreir, se quito el camisón y luego su calzón, dejando a mi vista su pubis extremadamente velludo, pero aún así pude notar que estaba humeda, esperando mi visita. Se giro sobre la cama, dandome la espalda, plantando las rodillas y se acomodo una almohada bajo el vientre, dejando expuesto ante mí, su hermosa grupa y en el centro su vagina, por lo que no tuve que hacer más que seguir mi naturaleza, comenze a degustar con mi lengua los fluidos de su coño que me parecieron el manjar más exquisito del mundo y me entretuve en ello por un tiempo considerable. Ella respondió al estímulo y pude ver que sus labios se habían dilatado y humedecido aún más, estaba lista para recibirme. Deje de lamerla y me acomodé sobre ella, y lentamente introduje mi miembro en su vagina, que recibió calidamente toda mi envergadura. Comenze a incrementar el movimiento de mi pelvis, haciendo también una penetración más profundo, lo que pareció ser de su agrado, pues comenzó a mover su pelvis al ritmo de mis embistes. Con ese movimiento no pudé aguantar más y deposite mi simiente en su vientre. Quedamos unidos por nuestros genitales, por una cuestión propia de mi naturaleza, estuve algunos minutos sobre ella, jadeando, hasta que finalmente nos separamos. Ella estaba complacida y seguía en la misma posición, y movió las caderas provocativamente, lo que despertó el instinto sexual nuevamente en mí, por lo que me acomodé sobre ella y procedi a penetrarla, pero al ser el segundo encuentro, el ritmo de la penetración fue más sosegado lo que pareció agradarle de sobremanera y también el acto duró mucho más tiempo que la primera vez, para su beneplácito. Despues de consumada esta segunda acción, me quede pegado mucho más tiempo lo que pareció agradarle. Al despegarnos, bajé de la cama, y me retiré de la habitación, Al voltear antes de salir pude ver que se habia vuelto a dormir pero ahora con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Salí de la habitación, ya habia cumplido la mitad de mis planes, y me dirigí hacia el otro dormitorio para echar una siesta y esperarla a ella: la que hablaba con los animales, la que me habia hablado en el camino, la que me habia invitado a visitar a su abuela, la que me habia prometido el cielo si llegaba antes que ella a visitar a su abuelita, la jovencita de la capucha roja.
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